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jueves, 25 de octubre de 2018

Torre Fuerte, el club con raíz cristiana



Torre Fuerte juega la Copa Simón Bolívar en representación de Santa Cruz. Junto con el pandino Gatty Ribeiro mandan en el Grupo C y casi tienen asegurado un cupo en la fase final. Su ilusión es llegar a la máxima categoría del fútbol boliviano.

Detrás de su nombre, que intenta mostrar que se trata de una institución “sólida y difícil de destruir”, hay una historia ligada a las raíces cristianas y que nació en un lugar humilde de la sociedad cruceña y boliviana, dice Alaín Ojeda, su actual presidente.

“Formamos el club hace ocho años en la Villa Primero de Mayo, que es la más grande de Santa Cruz con más de 350.000 habitantes. Somos cinco dirigentes de una iglesia evangélica y en principio le pusimos el nombre de Fortaleza con la idea de intervenir en la Asociación Cruceña de Fútbol (ACF), pero ya había otro equipo con este nombre, entonces decidimos ponerle Torre Fuerte por lo que significa. Los cinco fundadores somos amigos desde niños: Javier Egüez, Manuel Molina, Gregorio Molina, Gilberto Ojeda y Alaín Ojeda. Alguna gente se confunde porque acá hay una iglesia que se llama Torre Fuerte, pero nosotros somos de la Congregación Asamblea Cristiana y sí, el club tiene raíces cristianas”.

El club fue fundado con un objetivo primordial: “La Villa es conocida en Santa Cruz como zona roja porque hay pandillas y todo eso, pero nosotros queríamos cambiar a nuestros jóvenes incentivándolos a que sean atletas por el talento que tienen para jugar al fútbol y aquello nos resultó. En 2010 ingresamos a Tercera de Ascenso y salimos campeones, permanecimos un año en Segunda y logramos el título para llegar a Primera B, donde jugamos dos temporadas y el año pasado ascendimos a Primera A. Hoy estamos en la Copa Simón Bolívar”.

Hasta la B ellos mismos hacían aportes para sostener al club. Luego invitaron a Ever Barriga a que les colaborara, quien hoy integra el directorio. “También tenemos algunas empresas de la Villa como Protec, Radio Móvil Pharma y el Señor de Tierra Quinta, que es una inmobiliaria. La iglesia no nos colabora en lo económico, pero sí el 60% de nuestros jugadores son miembros de la congregación, es decir que también tienen raíces cristianas”.

No es requisito ser cristiano para jugar en Torre Fuerte, que además se abre a “ayudar a los chicos”, como que tiene una historia digna de ser contada.

“Un muchacho llegó al club, era drogadicto, pero quería hacer deporte y todos lo colaboramos para que saliera de ese vicio. Él se entrenó y dejó su anterior situación. Ahora es jugador del equipo por su talento y capacidad. Aparte de hacer realidad su sueño de jugar, lo alejamos de ese vicio, ese es nuestro principal objetivo”.

Miguel Loaiza (segundo desde la izq.) es el DT y celebra con los dirigentes. Foto: Torre Fuerte

Sin descuidar el fondo, que es “servir a la juventud”, hoy la gente de Torre Fuerte está entusiasmada con llegar a ser algún día parte de la élite del fútbol profesional boliviano.

“Al principio, nuestro objetivo era solo la Primera A, pero ahora vemos que podemos competir y que tenemos un buen equipo como para ascender. Apuntamos a la Liga con la ayuda del barrio. Un equipo de la Villa en el profesionalismo caería bien a la zona”.

Su grito es: ‘Diga el débil, fuerte soy’

Cada previa a un entrenamiento o a un partido, los integrantes de Torre Fuerte, el 60% cristianos, oran antes de lanzarse a la cancha a trabajar.

“Oramos para que Dios nos cuide en los entrenamientos y los partidos. También nuestro grito de guerra es cristiano y dice: “Diga el débil, fuerte soy”, que es un versículo de la Biblia. Algunos chicos también asisten a las sesiones de lectura de la Biblia, pero no les obligamos”, cuenta Alaín Ojeda.

Asimismo, los lunes, antes del inicio de los entrenamientos, el técnico lee algunos pasajes bíblicos y reflexiona con los jugadores.

Miguel Loaiza es el DT. Es un exjugador del fútbol profesional boliviano. Regresó al club de la Villa Primero de Mayo hace solo tres fechas.

“Con los dirigentes tenemos los mismos principios y nos colaboramos. Ahora estamos trabajando juntos y yo busco aportar en lo deportivo. En lo religioso hace cuatro años que asisto a la congregación, porque Jesús cambió mi vida. Hoy puedo enseñar a nuevas generaciones para formar personas diferentes”.

Loaiza también tiene una escuela de fútbol a la que le puso como nombre “Dios es Crack”, donde asisten niños desde los 5 años hasta adolescentes de 14. “Tengo alrededor de 700 alumnos y la visión es la de formar personas diferentes con principios cristianos; que los jugadores aprendan qué es lo bueno y qué es lo malo, deportistas diferentes que puedan competir y ser útiles desde otros campos”.

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